Cubiertos: De las cavernas al Siglo XXI

Chicos y grandes, para pan, carne o quesos, para postres y mariscos, así son los cubiertos, especializados y generales a la vez.

Simpáticas historias se tejen alrededor de tan útiles herramientas, incluyendo una donde se exponía al tenedor como una invención del averno.

Pero si echamos el reloj atrás, tenemos que los primeros humanos se ayudaban con materiales afilados como la obsidiana, el sílex o la piedra, mientras que para tomar líquidos las conchas marinas hacían lo suyo, donde existiera la posibilidad.

Cada uno de los cubiertos merece una mención aparte, así que a desglose la cuchara, el tenedor y el cuchillo.

El cuchillo

Es definitivamente el primogénito. Nace de la supervivencia misma en el apogeo de la cacería.

El cuchillo siempre funcionó no sólo como herramienta de caza, sino para defensa propia, de abrecartas y cortar todo tipo de alimento.

El cuchillo de mesa fue introducido alrededor de 1600. Unos treinta años más tarde, el Duque de Richelieu, en Francia, mandó a redondear las puntas de todos los cuchillos de casa para que dejasen de ser una amenaza en cualquier condumio. Con el paso del tiempo, surgieron las normas de su uso quedando para cortar las carnes y prohibiendo que se llevase a la boca.  

Otra de las historias que protagoniza nuestra noble herramienta, es que antiguamente, en la cena con invitados, éstos debían llevarse su propio cuchillo debido que no era proporcionado por el anfitrión.. ¿Qué tal?

La cuchara

Se cree que las conchas marinas son el antepasado de la cuchara. En una forma muy rudimentaria se usaba entre las familias de las clases más altas de las ciudades helenísticas.  De hecho el término  proviene del latín cochleare, casi tan antiguo como el cuchillo. 

Por supuesto, los romanos no escaparon a su empleo. Sin embargo, para ellos se trataba de pequeñas espátulas bien de madera o marfil a las que llamaban cocheare, aunque las clases más pudientes poseían aquellas elaboradas de bronce o plata.

Quienes prosiguieron con el uso de la cuchara fueron los suizos, luego se sumaron los españoles y de ellos se expandió a los demás.

Según los anales históricos, la primera referencia clara a la cuchara se remonta al año 1259, la cual formaba parte del vestuario del rey Edward I como ornamento ceremonial con el propósito de demostrar poder y riqueza.

Para el Siglo XIII, ya se estipulaba como norma que las cucharas se usara para tomar los líquidos y que éstos no se bebieran directamente de la sopera o la escudilla. Esta costumbre pasó paulatinamente a las clases sociales más bajas. 

El tenedor

Aunque griegos y romanos ya tenían algo parecido, los europeos residentes en Venecia, vieron llegar al tenedor por el año 1077 de la mano de Teodora de Constantinopla quien había contraído nupcias con Domenico Selvo.

Tanta resistencia encontró el tenedor que fue considerado un instrumento diabólico

Sin embargo no desapareció del todo, así que en el Siglo XVI Catalina de Médici lo llevó consigo a Francia cuando se casó con Enrique II, pero además de usarlo para comer, lo usaba para rascarse la espada..

El pobre tenedor pasó las de Caín, como decimos en Venezuela, cuando se atraviesan dificultades. No fue si no hasta dos siglos después que el tridente en cuestión encontró su lugar, y desde entonces en Occidente no concebimos una mesa sin el tenedor.

 

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